La responsabilidad de la ofensiva aliada en el Pacífico recayó en dos hombres enfrentados: el General MacArthur y el Almirante Nimitz. Las tropas del primero se extendieron desde las islas Salomón y Nueva Guinea hasta las Filipinas; y los hombres bajo el mando del segundo saltaron de isla en isla, empezando su periplo, en noviembre de 1943, en el atolón de Tarawa. La posibilidad de atacar desde dos frentes hacía creer al Alto Mando americano que "la tarea" iba a ser fácil, pero las bajas que sufrieron les demostraron que estaban equivocados. En la isla de Pelelieu, cuatro de cada diez americanos que tomaron parte en la contienda, cayeron muertos o heridos. La batalla de Iwo Jima fue un gran baño de sangre, el pago en vidas humanas fue uno de los terribles legados que dejó la guerra.