Después de la detonación de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el ejército japonés y el gobierno se enfrentan por la demanda de los aliados de la rendición incondicional. El Ministro de Defensa Anami defiende el continuar luchando, hasta la muerte del último japonés si hace falta. El Emperador Hirohito se reune con sus ministros para solicitar la impensable rendición pacífica del Japón. Cuando el ejército planea un golpe para derrocar al gobierno civil del Emperador, Anani debe decidir entre sus deseos o su lealtad al Emperador.