En 1941 los Grahams mantienen malísimas relaciones con todos sus vecinos. Lo único que mantiene su equilibrio emocional a pesar de sus problemas económicos, era su afición a las armas. Cuando debido a la guerra, le confiscan su arma favorita, con las que quedaban aterrorizó a la comunidad, mató a siete hombres incluyendo a cuatro policias y fué objetivo de la mayor cazeria de hombres de la historia de Nueva Zelanda.