Stefan Oblonsky pide a su hermana Anna Karenina que abandone San Petersburgo y regrese a Moscú para ayudarle a resolver ciertas desavenencias con su esposa Dolly. En el tren Anna viaja en compañía de la condesa Vronsky, a la que espera su hijo en la estación. El coronel Vronsky y Anna se enamoran a primera vista y cuando vuelven a San Petersburgo continúan intimando en las fiestas. Pero ella está casada y tiene un hijo pequeño, por lo que deben ser muy discretos y prudentes en sus encuentros.